La Envidia se refiere a un fuerte deseo de poseer las cualidades, atributos o posesiones de otra persona. El término envidia proviene del antiguo francés «envie», que a su vez deriva del latín «invidia», que significa malicia, mala voluntad .
La envidia puede manifestarse con sentimientos de resentimiento o descontento al compararse con los demás. Este sentimiento puede ser causado por una baja autoestima e inseguridad, aunque realmente la raiz principal de este sentimiento, es la falta de confianza, de que Dios ya te equipo con todos lo recursos y provisiones necesarias para alcanzar el exito.
En este bog exploraremos lo que dice las escritura acerca de la envidia, porque esto es un tema espiritual y como se puede superar este sentimiento tan destructivo con la ayuda de Dios.

¿Qué es la envidia según la Biblia?
La envidia es un sentimiento de disgusto o resentimiento que surge cuando deseamos algo que otra persona tiene, ya sea su éxito, posesiones, talentos o incluso su felicidad. En Proverbios 14:30, la Biblia dice claramente.
“El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de los huesos.”
La envidia no solo afecta nuestra salud espiritual, sino que tambien nuestra salud fisica. La Carcoma se refiere a un tipo de cancer en los huesos que causa corrosión o descomposicion lenta. Quiere decir que esto lleva un sufrimiento parsimonioso en la persona que lo padece hasta consumirlo por completo.
Ejemplos de envidia en la Biblia
La Biblia está llena de ejemplos que muestran cómo la envidia puede llevar al pecado y al sufrimiento. Reflexionemos sobre algunos de ellos:
Caín y Abel (Génesis 4:3–8)
La envidia de Caín hacia su hermano Abel por la aceptación de su ofrenda llevó al primer asesinato registrado en la Biblia. Este trágico ejemplo demuestra cómo la envidia puede llevar al pecado y a consecuencias devastadoras si no la controlamos.
José y sus hermanos (Génesis 37)
Los hermanos de José sintieron envidia al ver cómo su padre, Jacob, lo favorecía y al escuchar los sueños que Dios le había dado. Este resentimiento los llevó a vender a José como esclavo, desatando una serie de eventos difíciles tanto para José como para ellos.
Saúl y David (1 Samuel 18:7–9)
El rey Saúl sintió celos y envidia al oír cómo el pueblo alababa a David por sus victorias en la batalla. Esta envidia nubló su juicio y lo consumió, llevándolo a intentar matar a David en múltiples ocasiones.
Estos relatos bíblicos existen como advertencias y lecciones para nosotros. Muestran cómo la envidia puede destruir relaciones, afectar nuestro juicio y apartarnos de los propósitos de Dios.
¿Puede un cristiano sentir envidia?
Aunque el objetivo de todo cristiano es reflejar el carácter de Cristo, la realidad es que nuestra naturaleza humana aún batalla contra los deseos de la carne. En Gálatas 5:19-21, Pablo enumera las obras de la carne, incluyendo la envidia, y advierte contra ellas. Sin embargo, también ofrece esperanza y solución en los versículos siguientes al hablar sobre caminar en el Espíritu para producir los frutos adecuados.
Esto significa que, aunque es posible que como cristianos experimentemos envidia, no debemos permitir que este sentimiento gobierne nuestras acciones o pensamientos. La diferencia radica en cómo respondemos ante este sentimiento.
Las consecuencias de la envidia
La envidia no es un pecado insignificante. Tal como leemos en Santiago 3:16:
“Pues, donde hay envidias y ambiciones egoístas, también habrá desorden y toda clase de maldad“
La envidia no solo afecta nuestras relaciones con los demás, sino también nuestra relación con Dios. Aquí hay algunas formas en las que la envidia puede perjudicarnos:
- Roba nuestra paz: En lugar de estar contentos con lo que Dios nos ha dado, la envidia nos lleva a centrarnos en lo que creemos que nos falta, creando insatisfacción y amargura.
- Impide nuestro crecimiento espiritual: Cuando nuestra atención se fija en las bendiciones de otros, dejamos de enfocarnos en nuestras propias bendiciones y en el propósito que Dios tiene para nosotros.
- Divide relaciones: La envidia puede llevar al resentimiento y afectar nuestras interacciones con amigos, familia e incluso con compañeros de fe.
- Cierra nuestro corazón hacia Dios: La envidia puede dar lugar a que cuestionemos la bondad y la justicia de Dios, alejándonos de Su amor.
¿Cómo superar la envidia como cristiano?
La buena noticia es que Dios no nos deja solos para luchar contra la envidia. Él nos da herramientas, guía y Su Espíritu Santo para vencerla y vivir una vida llena de gratitud y contentamiento. A continuación, algunos pasos prácticos basados en la Biblia:
1. Reconoce la envidia en tu corazón
El primer paso para superar la envidia es reconocerla. Ora como el salmista en el Salmo 139:23–24:
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.”
Reconoce esos sentimientos de descontento o celos y preséntaselos a Dios en oración.
2. Practica la gratitud
La gratitud es uno de los mejores antídotos contra la envidia. En 1 Tesalonicenses 5:18, se nos dice:
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”
Escribe una lista de las bendiciones que Dios te ha dado y recuérdatelas todos los días. Agradece por grandes y pequeñas bendiciones, desde tu salud hasta una amistad especial.
3. Celebra las bendiciones de los demás
Una manera poderosa de contrarrestar la envidia es aprender a alegrarse por los demás. Romanos 12:15 nos dice:
“Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran.”
Si alguien es bendecido de una manera que tú anhelas, ora para que Dios te ayude a celebrar su alegría con un corazón sincero.
4. Confía en los planes de Dios
Recuerda que Dios tiene un plan único para tu vida, y esto incluye una serie de tiempos y estaciones (Eclesiastés 3:1). Jeremías 29:11 lo deja claro:
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”
Mientras esperas por las bendiciones que deseas, enfócate en cumplir el propósito que Dios tiene para ti ahora.
5. Llena tu mente de la Palabra de Dios
En lugar de permitir que los pensamientos envidiosos ocupen tu mente, llénala con Escritura. Meditar en versículos como Filipenses 4:8 te ayudará a enfocar tu mente en cosas buenas y agradables a Dios.
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”
6. Rodéate de personas piadosas
La envidia tiende a crecer cuando nos rodeamos de personas que fomentan la comparación y el materialismo. Busca amigas y mentoras cristianas que te animen en tu fe y te recuerden quién eres en Cristo.
La envidia no es compatible con el amor cristiano
El apóstol Pablo, en su conocida descripción del amor en 1 Corintios 13:4, dice:
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia.”
Esto hace evidente que la envidia contradice el amor que como cristianos estamos llamados a manifestar. Siendo así, no podemos abrazar la envidia y caminar en el verdadero amor al mismo tiempo.
7. Ora por los demás
Ora por las personas de quienes sientes envidia. Este acto no solo transformará tus sentimientos hacia ellos, sino que también abrirá tu corazón al amor de Dios.
8. Recuerda tu identidad en Cristo
Es fácil caer en la trampa de compararnos con los demás, pero como hija de Dios, tu valor no se mide por lo que tienes o logras. En Jeremías 29:11, se nos recuerda que Dios tiene planes buenos y específicos para cada uno de nosotros.
9. Permanece en el Espíritu
Pide al Espíritu Santo que te guíe y te ayude a producir frutos como el amor, la paz y la bondad (Gálatas 5:22-23). Él te fortalecerá para enfrentar cualquier lucha.
Vivir libres de envidia
Aunque la envidia es un enemigo sutil, no tiene por qué esclavizarnos. Con la ayuda de Dios, podemos vencerla y vivir en el gozo y la libertad que Él desea para nosotros. Recuerda que Dios tiene un plan hermoso para tu vida, y no necesitas lo que otros tienen para sentirte plena.
Si sientes que la envidia ha estado afectando tu relación con Dios o con los demás, te animamos a presentarla en oración y buscar Su ayuda. ¡Él siempre está dispuesto a transformar nuestros corazones!
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